Sthefanía Bonilla Guerra
- Jhoselin Peña

- 27 oct
- 2 Min. de lectura
El sabor que renació entre el hielo y el fuego en San Miguel de Bolívar. Entre las calles Eloy Alfaro y Pedro Carbo, muy cerca del sector La Puntilla, una joven decidió transformar las dificultades en oportunidades.
Sthefanía Bonilla Guerra, originaria de la comunidad de Quillopungo, parroquia La Asunción, hija de agricultores, sus padres: don Gumercindo y doña Carmen, aprendió el valor del trabajo y el respeto por el esfuerzo.

A más de las labores duras en el campo, también colaboró en una heladería anteriormente con la idea de aprender otro oficio, experiencia que despertó en ella una nueva idea, crear su propio negocio. Así nació su emprendimiento “Helados de Paila”, una propuesta artesanal con sabores tradicionales y otros poco comunes que rápidamente captó la atención del público. Pero no todo fue sencillo.
A los cuatro meses de haber iniciado, un incendio consumió la vivienda donde funcionaba su pequeño local. Las llamas no solo destruyeron sus herramientas y productos, también amenazaron con apagar su ánimo. Sin embargo, Sthefanía no se rindió.
Con el apoyo de su familia y la solidaridad de vecinos y amigos, volvió a empezar. Hoy, su local renació con más fuerza. En su paila giran sabores que cuentan historias: mora, coco, guanábana, maracuyá, oreo, ron pasas, chocolate, manjar y muchos más.

También prepara banana split, ensalada de frutas, milkshake, y pequeños heladitos que van desde los 50 centavos, siempre con la frescura y el sabor que distingue lo hecho a mano.
Lo que más llama la atención de su espacio es la posibilidad de ver cómo el helado toma forma. Frente a los ojos de sus clientes, el frío del metal y el movimiento de la paila se combinan con la destreza de Sthefanía, que no oculta su receta, pero deja claro que el secreto está en la práctica y el cariño con el que trabaja.
Atiende todos los días de la semana, de 9:00 a 19:30 y lo hace con la misma sonrisa que la acompañó desde el primer día. Su travesía en el mundo del emprendimiento, es una muestra de coraje y esperanza. En cada helado que sirve hay una parte de su esfuerzo, un eco de sus raíces y la certeza de que empezar de nuevo, cuando se hace con fe y voluntad, siempre vale la pena.





Muy buena información ☺️