Con acordeón en mano y valentía en el alma
Quien recorre las calles de Guaranda y de varios cantones de la provincia de Bolívar, seguramente ha tenido el placer de escuchar las melodías que Don Manuel interpreta junto a su fiel compañero, el acordeón.
Oriundo de la comunidad de Mindina, perteneciente a Simiatug, Manuel creció siendo un niño lleno de alegría y con una buena salud. Sin embargo, una enfermedad llamada sarampión apagó la vida de su madre y le quitó la luz de sus ojos, dejándolo ciego para siempre.
Con tristeza, recuerda el desprecio de su padre por su condición. El apoyo de su hermana fue un aliento en medio de la adversidad, y ambos pequeños tuvieron que salir adelante por su cuenta. No obstante, la extrema pobreza y, sobre todo, el deseo de superación de aquel joven valiente lo impulsaron a aprender a valerse por sí mismo, como él mismo señala.

Encontró consuelo en la música. La guitarra fue su primer instrumento, con el que comenzó a generar ingresos económicos y, posteriormente, a aprender a interpretar el acordeón. Este último se convirtió en una pieza clave de su desarrollo musical autodidacta, ya que asegura que aprendió a tocarlo simplemente escuchando. A lo largo de los años, esas habilidades se han perfeccionado, convirtiéndolo en un hombre luchador y talentoso.
Para Manuel, la orientación, el tacto y el oído son esenciales, pues son sus principales herramientas para desenvolverse en su vida diaria. Además de ser un gran músico que alegra la vida de muchos con sus melodías, también es agricultor. Las labores cotidianas como sembrar y cosechar, hoy en día, resultan fáciles para él, quien tuvo que aprender por instinto.

A sus más de 70 años, Don Manuel no solo recorre la provincia, sino que también visita todo Ecuador llevando su música nacional para alegrar y brindar consuelo a quienes más lo necesitan. El apoyo que recibe proviene de personas de buen corazón, que valoran el esfuerzo y la dedicación de aquellos que nunca dejan de luchar.
Debido a su edad, al peso de su instrumento y al deterioro del mismo, Don Manuel trabaja todos los días para conseguir uno nuevo, más pequeño y liviano. Él espera que pronto logre su objetivo y pueda seguir viajando, dejando una huella imborrable en los corazones de quienes lo escuchan.
“Hay que vivir con la bendición de papito Dios. He seguido adelante con mucha fuerza para dejar de sufrir y ser feliz con lo que tengo y lo que puedo hacer. La música me ha ayudado mucho en este camino”, finalizó.

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