Magdalena empezó como comerciante desde muy joven, a la edad de 20 años ayudaba a su suegra en la venta de todo tipo de mercadería en el mismo sitio que hasta hoy conserva, ubicado al interior del mercado popular 10 de Noviembre, de Guaranda.
Al fallecer su mentora en el comercio, ella tomó la batuta y decidió seguir con el negocio familiar, mismo que le ha permitido sustentar a su familia y sobrevivir todos estos años, tiempo que recuerda con mucho cariño gracias a la gran acogida que tenia su “puestito” como menciona Magdalena.
Sin embargo, el paso de los años, la apertura de nuevos mercados en Guaranda y la carente economía de la sociedad, ha hecho que este espacio muy concurrido se vuelva poco transitado, lo que provoca la escasa circulación y comercialización para quienes esperan recibir a su clientela, todos los días de 7 de la mañana hasta las 5:30 de la tarde.
“Mamá Lupita” como todos la conocen, se ha ganado el cariño y respeto de sus compañeros y compañeras de trabajo, hombres y mujeres que diariamente esperan salir adelante a través de las ventas que realizan en este lugar.
En el puesto de “Mamá Lupita” usted podrá encontrar todo: desde las más finas especias, hasta trastos de barro y lata; el colorido espacio llama la atención al instante de quienes ingresan el Mercado por la puerta del centro en la calle Convención de 1884.
Especias como: Comino, clavo de olor, orégano, achiote en pepa y en polvo, linaza, cúrcuma, además de platos y ollas de barro, lata, cedazos, utensilios de madera, plástico, ollas encantadas, saquillos, bolsos, canastas y un sinnúmero de objetos que de seguro usted los necesita en su cocina.
Magdalena, a sus 70 años sigue con esta labor, declaró que, a pesar de las pocas ventas, el solo hecho de llegar y conversar con la gente le llena de mucha alegría y vitalidad, “aquí tengo con quien conversar y distraerme, en mi casa paso aburrida”.
Sitios como estos representan el folclor de la ciudad, la historia y una puerta para conseguir las pequeñas cosas que dan el toque a las comidas ecuatorianas. Un lugar lleno de recuerdos que “Mamá Lupita” sigue manteniendo hasta “cuando Dios me lo permita” finalizó.
Porque en Bolívar, nuestra gente es emprendedora.
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