Entre los postres más queridos y populares en Ecuador, la espumilla resalta como un verdadero ícono culinario, conquistando paladares de todas las edades con sus variados sabores y colores, acompañados de grajeas y mermelada.
Geovana es una emprendedora guarandeña que ha dedicado más de 18 años de su vida a la preparación y comercialización de este dulce tradicional. Inicialmente, la actividad surgió como una necesidad, una fuente de ingresos económicos para su familia, en aquel entonces no había la posibilidad de contar con una batidora eléctrica, pues su esposo era quien batía la espumilla a mano por alrededor de una hora y media para lograr la consistencia deseada y así poder comercializarla en los establecimientos educativos de la ciudad.
El negocio poco a poco fue progresando, las personas degustaban de la rica espumilla y la fidelidad hacia el producto fue creciendo, en la esquina del mercado 10 de Noviembre de la ciudad de Guaranda, donde ya contaban con un “puestito para la venta” mencionó la emprendedora.
Sin embargo, hace tres años, una situación difícil marcó un giro en su historia, la pérdida de su hijo a causa de una enfermedad catalogada como leucemia. Este trágico evento inspiró a Geovana a convertir su emprendimiento en una forma también de hacer labor social.
Acudió a las autoridades municipales para solicitar un espacio en los bajos del Palacio Episcopal, un lugar de gran tránsito, con la intención de aumentar sus ingresos y poder ayudar a un infante que enfrentaba la misma enfermedad.
Desde entonces, Geovana ha continuado en este espacio, convirtiéndolo en su punto fijo de venta de las deliciosas espumillas “La Pepa” como se denomina su carrito desde el cual las expende; también vende fresas con crema, todos los días miércoles, viernes y sábados desde las 8 de la mañana hasta las 6:30 de la tarde.
“Es una forma de recordar y volver a la infancia, dicen quienes nos compran” indicó Geovana, pues muchos se transportan a su niñez con tan solo un bocado, una especie de portal gastronómico que está presente en Guaranda, conservando el inconfundible sabor de la tradicional espumilla.
Porque en Bolívar, nuestra gente es emprendedora.
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