Cecilia Llumiguano oriunda de la comunidad de El Castillo en Guaranda, es una mujer luchadora que, a pesar de las adversidades de la vida, ha sabido salir adelante día a día con entusiasmo y buena actitud.
En el año 2005, Cecilia decidió convertirse en comerciante ambulante y emprender con la venta de los tradicionales y muy populares huevitos de codorniz, recorriendo las calles de la ciudad y expendiendo este nutritivo alimento a chicos y grandes.
La experiencia en este trabajo que ha sido su ingreso económico por cerca de 20 años, ha hecho de la emprendedora una mujer muy querida y conocida entre la gente, sus múltiples amistades y el cariño que le brindan, son evidentes en su largo recorrido durante el día, el saludo amable y una sonrisa nunca pueden faltar para con quienes han sido sus compañeros de trabajo en todo este tiempo.
Para Cecilia, nada ha sido fácil, hace algunos años sufrió un accidente que dejó secuelas en una de sus extremidades inferiores y esto ha ocasionado constantes molestias al pasar mucho tiempo de pie, pero como dice ella “para todo hay solución” pues lleva consigo un pequeño taburete que le permite descansar en momentos de baja afluencia en la venta.
Seguramente usted ha tenido el gusto de consumir este delicioso alimento, pues no hay lugar en Guaranda, por donde Cecilia no haya pasado. Desde muy temprano los lugares con más transito se vuelven sus sitios ideales para la comercialización, mismos que de lunes a sábado se vuelven sus puntos estratégicos y donde claramente su fiel clientela la encuentra fácilmente.
Los famosos huevitos de Codorniz, también llegan hasta Chillanes todos los domingos sin falta, pues ha visto en este cantón un buen mercado, aunque resalta que todo depende de la suerte “hay días que parecen flojos y es cuando más se vende y otros que se ve muchas personas en la calle sin embargo, no compran”, indicó.
Sin duda un bocadillo ideal a cualquier hora del día y más aún si está acompañado de sal, una buena pimienta, un ají picoso o unas gotitas de limón como prefieren algunos y sobre todo a un módico precio, resulta una verdadera maravilla con muchos beneficios para la salud que es imposible no consumir.
Cecilia agradeció a quienes la miran por las calles trabajando y la apoyan diariamente, “este trabajito y mi pequeño carrito son los que me ayudan a subsistir, gracias a mis amigos que compran los huevitos, me apoyan mucho siempre”, finalizó.
Porque en Bolívar, nuestra gente es emprendedora.
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