En el recinto San José de las Palmas perteneciente a la parroquia San Pablo de Atenas, la actividad agrícola ha sido siempre indispensable para la subsistencia, la siembra especialmente de maíz, ha caracterizado a esta zona, sin embargo, Polivio ha optado por apostarle a otro tipo de producción, el zapallo.
Hace tres años, el agricultor decidió caminar por esta opción y empezó a plantar zapallos en varios de sus terrenos, con la finalidad de comercializar estos productos muy utilizados en la gastronomía local y nacional, pues mencionó que resultaba mucho más económico y rentable que cultivar los mismos productos que el resto de agricultores del lugar.
“Para sembrar, se debe hacer en un lugar espacioso ya que las matas necesitan guiar, es decir, crecer y abrirse” dijo Polivio. En su pequeño kiosco ubicado junto a la vía principal que conecta la costa con la sierra y a solo 3 kilómetros de la parroquia, se exhiben zapallos que pueden llegar a pesar hasta un quintal y que resultan muy llamativos por quienes circulan diariamente.
Los precios van desde 1 dólar hasta los $10, aquí encuentra de todo tamaño y para todo bolsillo, grandes, pequeños, amarillos, verdes, la variedad obedece a la gran demanda de compradores y sobre todo por la temporada de Semana Santa, época en la cual este producto es ingrediente clave para varias comidas de temporada.
Polivio además de ser agricultor durante toda su vida, también es médico naturista, razón por la cual, en el lugar también se expende plantas medicinales como ornamentales, tales como: jade, millonaria, sansevieria o lengua de suegra, yerba de la gallina, orquídeas, amarilis, congona del cerro muy utilizada en baños de restauración corporal y mucho más, que seguramente si usted es amante de las plantas, aquí podrá encontrarlas.
La agricultura desde siempre ha sido un pilar fundamental para el sustento de la sociedad y es esencial reconocer el arduo trabajo de nuestros agricultores, quienes con dedicación y esfuerzo buscan comercializar sus productos. Apoyarlos implica valorar la calidad de sus alimentos, libres de químicos y pagar justamente por su labor, pues solo ellos comprenden verdaderamente el valor de su cosecha.
Porque en Bolívar nuestra gente es emprendedora.
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