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Foto del escritorJhoselin Peña

Luis Enrique López

Alfarero que forja su futuro en tiempos de adversidad


En tiempos de incertidumbre y dificultades económicas, la creatividad y la determinación pueden abrir nuevos caminos; este el caso de Luis Enrique López, un hábil alfarero que encontró en el oficio ancestral una forma de enfrentar los retos provocados por la pandemia.


Desde que perdió su empleo en el Oriente ecuatoriano, este talentoso artesano de Casahuayco, un sector del cantón San José de Chimbo, se ha dedicado a la alfarería para mantener a flote a su familia y continuar con una tradición transmitida de generación en generación.


Aprendió este oficio de su madre, quien a su vez lo heredó de la suya, Tránsito Baño, un arte que ha sido parte de su linaje familiar, pues, su hermano Miguel es quien realiza esta labor desde siempre y quien impulsó y apoyó a Luis a emprender en la rama.


Luis decidió dar un giro a su vida y enfrentar el desafío de la falta de empleo. Con una determinación inquebrantable, se dedicó a perfeccionar su técnica y elaboró piezas únicas que destacan por su calidad y belleza como: ollas, tiestos, cacerolas, platos, parrillas, jarros, adornos y otros objetos que salen de sus manos expertas, cada uno con un toque especial y una historia propia.


El alfarero no se ha limitado a un mercado local, ha logrado distribuir sus productos a diversas provincias: en Tungurahua se conoce su artesanía en la parroquia Santa Rosa y en Sucumbíos en el cantón Lago Agrio. En Bolívar, sus puntos de venta están en Guanujo todos los domingos, los sábados en la plaza de animales y los miércoles en el mercado 24 de Mayo, llegando a hogares y establecimientos que valoran el trabajo artesanal y la autenticidad de sus creaciones.


Su dedicación y compromiso han permitido que su negocio crezca, generando un impacto positivo en su economía familiar, es un ejemplo de resiliencia en tiempos difíciles, su habilidad para adaptarse a los cambios y transformar una tradición familiar en una fuente de sustento es digna de admiración. La historia de Luis Enrique nos recuerda la importancia de valorar y apoyar el trabajo artesanal, así como la capacidad de superar los problemas mediante la creatividad y el esfuerzo con cada pieza de barro que crea, este alfarero no solo forja su futuro, sino que también deja un legado cultural que trascenderá entre generaciones.


Porque en Bolívar, nuestra gente es emprendedora.



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