Quien conoce a Don Héctor Oswaldo Chaguaro, sabe de calidad y pulcritud, un personaje que se ha convertido en un ícono de la peluquería tradicional en Guaranda. A sus 8 años, empezó por aprender a lustrar zapatos en el taller de su padre, el señor Manuel Chaguaro, quien fue un barbero destacado en aquellos tiempos, poco a poco le inculcó el gusto por esta labor y fue creciendo el cariño a esta actividad en aquel niño.
A sus 15 años, el maestro Chaguaro como es conocido, y por enseñanza de su padre ya conocía y estaba inmerso el mundo de la peluquería, su clientela lo había convertido a temprana edad en un artesano muy solicitado por su excelencia en el trabajo. Mencionó, que tuvo la gran fortuna de recibir en su taller a cenadores, diputados, gobernadores, alcaldes, doctores y demás personajes muy nombrados en aquella época.
Su estilo muy conservador al momento de vestir, resalta el interés de siempre brindar una imagen impecable hacia el público, relata con mucha añoranza que años atrás, era común que los caballeros utilicen corbata, camisa y saco, prendas que indistintamente del trabajo que desempeñaran, siempre resaltaban en su diario vivir, así como tampoco podía faltar la charla de la tarde en el concurrido parque central de la Ciudad, entre quienes terminaban una larga jornada, acciones que se han ido perdiendo de a poco entre los jóvenes y la modernidad.
Sus fieles clientes obedecen a la generación antigua mencionó el maestro, pues el “clásico corte de varón” que se impuso en aquel tiempo, actualmente es poco utilizado y realizado por peluqueros actuales y al quedar pocos artesanos quienes conocen a fondo este corte, sus contemporáneos siguen recurriendo a sus servicios, en su local ubicado en las calles García Moreno entre Convención de 1884 y 7 de Mayo.
En su negocio, nunca faltan sus buenos amigos, compañeros del trajinar de la vida que diariamente lo visitan con el afán de amenizar la mañana o tarde y volver a repetir una y otra vez, anécdotas de su juventud que entre risas son recordadas con gran sentimiento.
En su “oficina” como la llaman sus allegados, no pasa el tiempo. Es un espacio que refleja la permanencia de lo tradicional, empezando desde sus materiales con los que brinda el servicio de peluquería, mismos que para él, se han vuelto una reliquia ya que no los ha vuelto a encontrar: barberas clásicas, peinilla, rociadores y reverberos eléctricos antiguos, hasta sus sillas que emplea para laborar, objetos que permiten recordar épocas pasadas, sobrevivientes al modernismo.
Pero, don Héctor Oswaldo, no solo brinda este servicio de corte en su establecimiento, él, también llega con su trabajo a domicilio, pues hay quienes por su edad ya no suelen salir de su casa y allí es a donde el maestro siempre está dispuesto a acudir cuando lo llamen.
Muchas anécdotas, gente y momentos han pasado por su vida y oficio, pero todas estas acciones, personas y recuerdos, siempre tienen un espacio en la memoria y el corazón de este hombre trabajador, y que, a sus 79 años, sigue llevando la elegancia y excelencia de un peluquero, como el primer día.
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